lunes, 19 de mayo de 2014

Modelos a seguir

Hace poco, mientras estudiaba para un próximo examen de certificación de inglés que me está robando el poco tiempo libre que me deja el bendito trabajo (y que dure), leía un texto de un diario británico en el que debatían sobre si los deportistas debían comportarse ejemplarmente tanto dentro como fuera del campo, al ser ídolos y modelos cuyos patrones repiten niños y no tan niños. 

Curiosamente, tan sólo un par de días después aparecía la noticia en Levante-EMV sobre el contrato que la Junta Local Fallera de Alzira obliga a firmar a su Fallera Mayor y a las integrantes de la Corte de Honor sobre el comportamiento que deben tener en su año de reinado, con el propósito de evitar problemas durante el mismo. Entre las prohibiciones que se comprometían a respetar: no fumar, no beber, no hablar por teléfono o no lucir piercings. 

foto: fallasvalencia.es
Un hecho que ha causado cierto revuelo y dos corrientes de pensamiento divididas: los que están a favor, ya que creen que como máximas representantes y embajadoras de las fiestas de la localidad deben tener unas actuaciones adecuadas; y los que opinan que este contrato es innecesario, ya que a las niñas y señoritas se les presupone un conocimiento del protocolo y saber estar básico, y que además coarta la libertad personal y acentúa prejuicios.

Muchas Juntas Locales has tenido en alguna ocasión problemas con algunas de las candidatas elegidas para ser Falleras Mayores o representantes de las Cortes de Honor, la mayoría por la no asistencia a actos o actitudes irrespetuosas o críticas con respecto a la propia Junta o al cargo y el caso de Alzira no es una excepción. Incluso se ha llegado a expulsar en casos extremos. En la JCF, algunos años han sido más movidos que otros a la hora de "controlar" a las niñas y especialmente a las señoritas, bien fuera por problemas de afinidad entre ellas o de alguna "rebelde" en el grupo. Tengamos en cuenta que se trata de 13 chicas con edades que van desde los 17 hasta los treinta y pocos, con la juventud en pleno despertar en el primer caso, o la madurez y la personalidad más que definida y poco dispuesta ya a soportar órdenes en ocasiones resabidas. Sin embargo, en el caso de la JCF optan más por el raciocinio de las propias falleras y por una reunión al inicio del año, sin llegar al extremo de la firma.

Con todo ello, ¿qué pensáis vosotr@s? ¿Debe ser la Fallera Mayor un modelo de comportamiento antes, durante y después de los actos? ¿Hasta dónde debe llegar el protocolo? O la pregunta del millón: ¿Es una Fallera Mayor mejor o peor por llevar piercings o tatuajes? ¿Es lógico, por otro lado, ver a una señorita vestida con la indumentaria tradicional y luciendo pendiente en la nariz o tres en las orejas? 

En definitiva, ¿creéis necesaria la firma de un contrato de normas o se impone el sentido común?

Dejo el debate abierto a la espera de vuestras respuestas
¡Feliz inicio de semana! ¡Nos leemos!

2 comentarios:

JORDI dijo...

aon hi han papers callen barbes.

merche dijo...

Yo creo que mientras dure un acto hay que seguir ciertas normas de comportamiento, después del acto ya cadauna puede hacer lo que quiere, ahora mientres dure el acto creo que si debe haber un comportamiento, ya que si se tiene ese cargo és porque una quiere, nadie le obliga